El coaching ontológico es una disciplina que aporta una forma diferente de interpretar al ser humano, la forma de relacionarse, comportarse y conseguir los objetivos que se proponen para sí mismos, para sus empresas y para la sociedad.
El lenguaje no solo describe la realidad sino que a través de él se crea la realidad.
Con palabras comunicamos nuestros estados de ánimo, nuestras ideas y nuestras creencias a los demás, pero también y sobre todo a nosotros mismos. Las cosas que repetimos constantemente y con cierta intensidad se convierten en nuestra realidad.
Se centra en la solución y en fomentar el desarrollo de nuevas estrategias de pensamiento y de acción. El coach parte del presente y se orienta hacia el futuro.
En el coaching, las soluciones surgen espontáneamente del cliente o del coach. El papel de un coach es alimentar la reflexión espontánea del cliente con preguntas específicas, observaciones y comentarios específicos.
Le ayuda a conectarse consigo mismo, con sus propios recursos internos, a abrirse a nuevas perspectivas, a captar los puntos clave de un problema, a estimular un proceso de reconocimiento de sus propios valores, cualidades y recursos.
El coaching se enfoca más al resultado que al problema.
Un coach no es un consultor, no da consejos y no necesariamente tiene que ser un experto en un campo específico. En una relación de coaching, la relación entre el coach y el cliente es partidista: una verdadera asociación.
El coaching está dedicado a personas que desean afrontar un camino de crecimiento personal, encontrar armonía y equilibrio en su vida, definir y alcanzar metas personales y profesionales.
El coach no le dice a la gente qué hacer, no presiona y no da consejos. Explora, pregunta, ofrece interpretaciones generativas, desafía respetuosamente los modelos mentales de las personas para desarrollar una nueva mirada que les permita descubrir nuevas acciones y posibilidades, y acompaña en el diseño de acciones que faciliten el acceso a los resultados deseados.